No me da la cabeza [Landon]

Caminar por los pasillos ya se estaba volviendo mi actividad normal. A pesar de que ya estaba más adaptado, estaba acostumbrado a estar, al menos un pequeño lapso de tiempo, solo para pensar. Había perdido la linea de tiempo y no tenía idea de que hora era. Di un par de vueltas un rato más, aproximadamente, media hora, hasta que decidí volver a la habitación, ya que seguro estaba amaneciendo.
Cuando estaba a unos pocos metros vi, en el piso, la luz del sol que empezaba a salir.
- Oh oh.
Salí corriendo pegado a las paredes, pero no llegué a la habitación de los chicos. Había una gran ventana entre la pieza y yo y la luz ya tocaba las paredes.
¿Donde tenía la cabeza?
No sabía que hacer, así que busqué algun lugar donde meterme, haciendo lo posible por no acercarme a la luz del sol. Y escuché un golpe. Como si alguien se cayera. Me dirigí al lugar y me encontré con la tan conocida pieza de las chicas. Golpeé la puerta.
- ¿Hola?.- Me apoyé en el marco de la puerta.- ¿Puedo entrar? Por favor...

Entré casi con un ataque. La luz de sol había llegado hasta la puerta y me había quemado un poco el brazo. No debería haber entrado tan rapido, porque de seguro casi mato de un infarto a la chica que me abrió tan gentilmente, aun sin saber quien era.
- Hola. - Dije jadeando, casi casualmente.- Soy landon

Escuché su corazón latir fuertemente y me sentí algo culpable, pero ese sentimiento se fue cuando sentí una fuerte punzada en el brazo. Fruncí los labios con dolor, pero lo disimulé lo mejor que pude.
- Un gusto tambien.- Sonreí forzadamente.- Perdon por entrar tan... Mágicamente...

Me quedé un poco helado, si es que podía estarlo más, y refleccioné. Ella era totalmente contrario a lo que se concideraba una persona intolerante.
- Es que... - empecé.- Acaba de salir el sol y...
Sentí de nuevo la punzada en el brazo, lo miré y soplé la herida.
- Soy... sensible al sol.

- Emm...- Ahora que había visto la herida, tendría que mantenerla oculta porque, para cuando bajara el sol, se habría curado sola. Era más normal que alguien estubiera quemado que sanara casi magicamente.- Sí, supongo que sí. - Quice cambiar de tema rápidamente.- ¿Vos te caiste o algo? Escuché un ruido fuerte que venía de acá.

Reí con la confesión y tomé instintivamente su muñeca. Con el pulgar, acaricié la piel. Mi mano era fría y si se la había torcido algo helado le haría bien. Pero me di cuenta de que ella no debía saber que mi piel era fría y retiré rápidamente la mano.

- Perdón, es que estube un rato con la mano en el lago y estaba helado.- Dije, reparando lo que había hecho.

Obviamente, se estaba dando cuenta. Podría ser un vampiro, pero estaba teniendo problemas de concentración. Esto era culpa de tantas cosas malas y buenas que tenía en la cabeza, tantas preocupaciones y problemas.

- Esta bien, no hay problema. - Dije frotandome las manos, como si tubiera frío. Me bajé la manga de la campera que tenía enrrollada para ocultar la herida que empezaba a sanar. Lo peor de todo era que no podía irme.

Me senté en el piso, apoyado contra la puerta cerrada. Sabía que no generaba la mejor imagen de confort, ya que había aparecido en una situación bastante extraña. Mientras más normal pareciera, al menos por ahora, mejor.
- Gracias, entonces, de nuevo.- Le sonreí de la forma más relajante posible, para que supiera que, por ahora, no era peligroso. - ¿Qué querés hacer?