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Catherine Russell
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Catherine Russell
Nombre completo:
Catherine Russell
Apodo:
Cathie
Edad:
18
Descripción:
Física:
Tiene una suave piel tostada. Sus cabellos son color chocolate, aunque en sus puntas se tornan más claros. Tiene unas pequeñas ondas y estos le llegan a su cintura. Adora tenerlo suelto, aunque hay veces en que se hace una cola de caballo. Es delgada, por más que come y come, su metabolismo no la hace engordar. Es alta, mide aproximadamente 1.77 cm. Sus ojos son muy expresivos, de un color oscuro.
Cuando es un lobo, su pelaje alterna en los colores marron, negro y siena.
Psicológica:
Divertida. Esa es la palabra que definiría completamente a Catherine. Adora pasar buenos momentos con la gente a la que quiere y reír hasta no poder respirar. Siempre ve el lado positivo a las cosas, aunque este sea imposible. Cree que todo el mundo, por más que no lo aparente, tiene un lado bueno. Cuando ve a alguien triste, es capaz de hacer cualquier cosa con tal de que este sonría. Ante un problema, ella es la que siempre conserva la calma y encuentra una solución. Pero hay veces en las que pierde el control de la situación, siempre hay un problema que la supera. Estas situaciones la exasperan de una manera insospechada.
Es una buena consejera y no duda en ayudar a una de sus amigas. Es muy sociable y hace amigos fácilmente. Habla hasta por los codos, pero nunca dice cosas de más. No tiene un estereotipo si de amistades se trata. Puede llegar a tener amigas alocadas y también a otras que son muy tranquilas. Si te metes con una de sus amigas, te metes con ella. Es capaz de defenderlas y no descansar hasta que el otro se disculpe. Confía mucho, quizá demasiado, en sus amistades. Prefiere estar en compañía de alguien siempre, no le agrada estar en soledad. Podría decir que odia estar sola, pero cuando se encuentra triste o irritada, suele encerrarse porque no le gusta que la molesten, aunque lo único que hagan es intentar ayudarla.
A lo largo del tiempo, gracias a varias personas, ha aprendido a no llevarle el apunte a lo que dicen sobre ella. Trata de ignorarlo, pero hay veces en que no puede hacerlo. Le sorprende como la gente puede mentir tan descaramente, y no solo con ella, sino con todo el mundo. Es muy orgullosa, no perdona fácilmente. Por más que fuese su mejor amiga, le cuesta tiempo volver a la relación pasada. Hasta incluso se pude volver hostil con esta, pero claro, todo depende. Es directa, cuando tiene alguna clase de problema, lo dice. No le gusta la gente que da vueltas y vueltas y nunca se decide.
Cuando se enamora, ve el mundo color rosa. Todo es felicidad y alegría (más de lo que es normalmente). Sonríe todo el tiempo y se toma para bien hasta el peor de los insultos. Piensa todo el tiempo en "ese chico". No le gusta que ninguna mujer, por más que fuese la hermana se le acerque. Cree que porque a ella le gusta, nadie más puede estar en un radio de 10 metros cerca de el. Pero cuando le rompen el corazón, toda su burbuja feliz se viene abajo. Se siente una boba por haber confiado en aquél muchacho, una tremenda inútil por haber dejado que un hombre jugara con sus sentimientos.
Historia:
Catherine nunca conoció a su madre. Tiene leve recuerdos de esta de cuando era bebé, pero ninguno es concreto. Desde que tiene memoria ha vivido con su padre, y ha aprendido a no mencionar nada referente a su madre. A medida que crecía, se dio cuenta de que su padre se ponía muy tenso cuando ella tocaba aquél tema y solía fingir que no la escuchaba o cambiar de tema. También solía enojarse, y mucho, si Cathie insistía. Pero nunca le gritaba, ni la retaba. La mimaba muchísimo, era su pequeño tesoro y la consentía en todo lo que ella deseaba.
Vivían en una lujosa mansión, demasiado grande para tan solo dos personas, pero su padre nunca se volvió a casar. Tuvo una infancia tranquila, sin ningún problema. Era brillante en el colegio, tenía muchas amigas, se podría decir que su vida era casi perfecta. Casi porque siempre en ella estaba todo ese misterio de su madre. A cada año que pasaba, más intriga tenía. Quería saber que era de su madre, si estaba viva, en donde vivía. Pero la pregunta que más le rondaba por la cabeza era porque la había abandonado a ella y a su padre.
Cuando tenía unos 15 años, en un claro acto de rebeldía, entró al estudio de su padre. Este estaba de viaje, por lo cuál no había nadie que pudiera encontrarla. Estaban los criados, pero estos estaban encerrados en la cocina y ella dudaba que salieran de ahí en un largo rato. Había forjado la cerradura, era la primera vez que entraba ahí. Rápidamente se dirigió hacía el escritorio y se fijó en los papeles. Estaba segura de que ahí había algo de su madre. Tardó unos minutos pero cuando lo encontró, se llevó una gran sorpresa. Había una carta, Cathie reconoció la letra de inmediato. Era una letra exactamente igual a la de ella. Leyó rápidamente lo que había escrito ahí. Cuando llegó al final, no lo pudo creer. Ella se había suicidado porque no le gustaba la vida que tenía. La había dejado, sin importarle. Una gran furia invadió su ser y se escapó de su casa sin que nadie se diera cuenta.
Salió a las calles y simplemente se limitó a caminar alumbrada por la luna llena. Imágenes de su madre que su padre había guardado la invadían. Solo quería alejarse de toda su vida. No sabía hacía donde iba, pero cada vez se hacia más oscuro. Estuvo caminando por mucho tiempo, con la luna llena como compañía. Se recostó en una vereda, exhausta. Vio como un par de patas se le acercaban, pero no se movió. Solo quería hundirse en la inconsciencia y eso fue lo que consiguió cuando esta criatura llegó junto a ella. Apenas sintió dolor antes de perder la conciencia. A partir de ese momento hasta la actualidad, Cathie se convierte en un lobo ibérico cada mes. Al principio, creía que se había vuelto loca, en el más literal sentido de la palabra, pero luego de investigar e investigar, descubrió que había otros como ella. Nunca volvió a su casa, tan solo para sacar algunas de sus pertenencias y dejarle una nota a su padre, explicándole que ya no podía estar con el, pero que estaba bien. Descubrió que existía un internado, en el que antiguamente había habido gente de su especie. Curiosa por saber más sobre lo que era, se anotó para ingresar en este. Además, no tenía nada por perder, ya que a su hogar lo había perdido hace mucho tiempo ya.
Fotos:
Catherine Russell
Apodo:
Cathie
Edad:
18
Descripción:
Física:
Tiene una suave piel tostada. Sus cabellos son color chocolate, aunque en sus puntas se tornan más claros. Tiene unas pequeñas ondas y estos le llegan a su cintura. Adora tenerlo suelto, aunque hay veces en que se hace una cola de caballo. Es delgada, por más que come y come, su metabolismo no la hace engordar. Es alta, mide aproximadamente 1.77 cm. Sus ojos son muy expresivos, de un color oscuro.
Cuando es un lobo, su pelaje alterna en los colores marron, negro y siena.
Psicológica:
Divertida. Esa es la palabra que definiría completamente a Catherine. Adora pasar buenos momentos con la gente a la que quiere y reír hasta no poder respirar. Siempre ve el lado positivo a las cosas, aunque este sea imposible. Cree que todo el mundo, por más que no lo aparente, tiene un lado bueno. Cuando ve a alguien triste, es capaz de hacer cualquier cosa con tal de que este sonría. Ante un problema, ella es la que siempre conserva la calma y encuentra una solución. Pero hay veces en las que pierde el control de la situación, siempre hay un problema que la supera. Estas situaciones la exasperan de una manera insospechada.
Es una buena consejera y no duda en ayudar a una de sus amigas. Es muy sociable y hace amigos fácilmente. Habla hasta por los codos, pero nunca dice cosas de más. No tiene un estereotipo si de amistades se trata. Puede llegar a tener amigas alocadas y también a otras que son muy tranquilas. Si te metes con una de sus amigas, te metes con ella. Es capaz de defenderlas y no descansar hasta que el otro se disculpe. Confía mucho, quizá demasiado, en sus amistades. Prefiere estar en compañía de alguien siempre, no le agrada estar en soledad. Podría decir que odia estar sola, pero cuando se encuentra triste o irritada, suele encerrarse porque no le gusta que la molesten, aunque lo único que hagan es intentar ayudarla.
A lo largo del tiempo, gracias a varias personas, ha aprendido a no llevarle el apunte a lo que dicen sobre ella. Trata de ignorarlo, pero hay veces en que no puede hacerlo. Le sorprende como la gente puede mentir tan descaramente, y no solo con ella, sino con todo el mundo. Es muy orgullosa, no perdona fácilmente. Por más que fuese su mejor amiga, le cuesta tiempo volver a la relación pasada. Hasta incluso se pude volver hostil con esta, pero claro, todo depende. Es directa, cuando tiene alguna clase de problema, lo dice. No le gusta la gente que da vueltas y vueltas y nunca se decide.
Cuando se enamora, ve el mundo color rosa. Todo es felicidad y alegría (más de lo que es normalmente). Sonríe todo el tiempo y se toma para bien hasta el peor de los insultos. Piensa todo el tiempo en "ese chico". No le gusta que ninguna mujer, por más que fuese la hermana se le acerque. Cree que porque a ella le gusta, nadie más puede estar en un radio de 10 metros cerca de el. Pero cuando le rompen el corazón, toda su burbuja feliz se viene abajo. Se siente una boba por haber confiado en aquél muchacho, una tremenda inútil por haber dejado que un hombre jugara con sus sentimientos.
Historia:
Catherine nunca conoció a su madre. Tiene leve recuerdos de esta de cuando era bebé, pero ninguno es concreto. Desde que tiene memoria ha vivido con su padre, y ha aprendido a no mencionar nada referente a su madre. A medida que crecía, se dio cuenta de que su padre se ponía muy tenso cuando ella tocaba aquél tema y solía fingir que no la escuchaba o cambiar de tema. También solía enojarse, y mucho, si Cathie insistía. Pero nunca le gritaba, ni la retaba. La mimaba muchísimo, era su pequeño tesoro y la consentía en todo lo que ella deseaba.
Vivían en una lujosa mansión, demasiado grande para tan solo dos personas, pero su padre nunca se volvió a casar. Tuvo una infancia tranquila, sin ningún problema. Era brillante en el colegio, tenía muchas amigas, se podría decir que su vida era casi perfecta. Casi porque siempre en ella estaba todo ese misterio de su madre. A cada año que pasaba, más intriga tenía. Quería saber que era de su madre, si estaba viva, en donde vivía. Pero la pregunta que más le rondaba por la cabeza era porque la había abandonado a ella y a su padre.
Cuando tenía unos 15 años, en un claro acto de rebeldía, entró al estudio de su padre. Este estaba de viaje, por lo cuál no había nadie que pudiera encontrarla. Estaban los criados, pero estos estaban encerrados en la cocina y ella dudaba que salieran de ahí en un largo rato. Había forjado la cerradura, era la primera vez que entraba ahí. Rápidamente se dirigió hacía el escritorio y se fijó en los papeles. Estaba segura de que ahí había algo de su madre. Tardó unos minutos pero cuando lo encontró, se llevó una gran sorpresa. Había una carta, Cathie reconoció la letra de inmediato. Era una letra exactamente igual a la de ella. Leyó rápidamente lo que había escrito ahí. Cuando llegó al final, no lo pudo creer. Ella se había suicidado porque no le gustaba la vida que tenía. La había dejado, sin importarle. Una gran furia invadió su ser y se escapó de su casa sin que nadie se diera cuenta.
Salió a las calles y simplemente se limitó a caminar alumbrada por la luna llena. Imágenes de su madre que su padre había guardado la invadían. Solo quería alejarse de toda su vida. No sabía hacía donde iba, pero cada vez se hacia más oscuro. Estuvo caminando por mucho tiempo, con la luna llena como compañía. Se recostó en una vereda, exhausta. Vio como un par de patas se le acercaban, pero no se movió. Solo quería hundirse en la inconsciencia y eso fue lo que consiguió cuando esta criatura llegó junto a ella. Apenas sintió dolor antes de perder la conciencia. A partir de ese momento hasta la actualidad, Cathie se convierte en un lobo ibérico cada mes. Al principio, creía que se había vuelto loca, en el más literal sentido de la palabra, pero luego de investigar e investigar, descubrió que había otros como ella. Nunca volvió a su casa, tan solo para sacar algunas de sus pertenencias y dejarle una nota a su padre, explicándole que ya no podía estar con el, pero que estaba bien. Descubrió que existía un internado, en el que antiguamente había habido gente de su especie. Curiosa por saber más sobre lo que era, se anotó para ingresar en este. Además, no tenía nada por perder, ya que a su hogar lo había perdido hace mucho tiempo ya.
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Catherine Russell- Mensajes : 29
Fecha de inscripción : 21/03/2010
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